Por Nicole Careaga Romero
Académica de Kinesiología
Universidad San Sebastián
El invierno es una de las estaciones más duras y difíciles para las personas de la tercera edad. Con la llegada del frío y la humedad deben tener mayor cuidado y precaución para no enfermar; ya que, por ejemplo, una afección en el sistema respiratorio puede ser muy nociva y difícil de recuperar para este grupo etario.
Las chances de hacer cosas al aire libre se reducen mucho. Así, las personas mayores ven limitados sus movimientos y ejercicio en invierno. Es primordial tener en cuenta que la actividad en los adultos mayores modifica el ritmo de degeneración de las capacidades físicas. En efecto, puede ayudar a mantener o mejorar la condición física, lo mental y los niveles de presión arterial.
Hoy emergen con fuerza investigaciones que plantean que las personas mayores, y de todas las edades, logran muchos beneficios con el ejercicio. Asimismo, tienen mucho que perder si permanecen físicamente inactivas. Realizar ejercicios físicos de manera regular previene y retarda algunas enfermedades como aquellas musculoesqueléticas, vasculares, respiratorias y discapacidades de la vejez.
Por lo tanto, el frío no puede ser un impedimento, pero hay que considerar algunas recomendaciones. En los cambios propios del envejecimiento, la piel disminuye su espesor y los receptores cutáneos pierden sensibilidad a la temperatura, por lo que el adulto mayor puede tener dificultad para percibir con certeza si tiene frío o calor.
Es importante vigilar la temperatura de la habitación de un adulto mayor, que fluctúe entre los 18 y 24°C, usando preferentemente estufas eléctricas o a gas. Las bajas temperaturas influyen aumentando la presión arterial, y los adultos mayores son más susceptibles a estos cambios. Por ello, se recomienda mantener un constante control de los adultos mayores hipertensos. Frente a bajas temperaturas es importante abrigarse bien, no exponerse al frío y hacer ejercicios físicos para mantenerse activo y con una temperatura adecuada.
Para esta práctica se puede optar por el horario de mayor temperatura, que en promedio debería ser del mediodía hasta las 16 o 17 horas. Se recomienda realizar ejercicios en ambientes climatizados, donde se puede asistir con abrigo suficiente para evitar la pérdida de calor, pero que proteja del frío y no haga sudar excesivamente. Luego de la actividad, es necesario cambiarse de ropa para evitar la absorción del sudor.
Es importante evitar cambios bruscos de temperatura después del ejercicio, ya que inciden en la aparición de enfermedades respiratorias. Se debe asegurar una adecuada ventilación en la sala de ejercicios, evitar la exposición prolongada al humo de braseros o estufas de kerosene y tener cuidado con los niveles de monóxido de carbono al encenderlas. Es mejor encender y calefaccionar el espacio antes de realizar actividad física.
Antes de hacer ejercicio siempre se deben ingerir alimentos livianos y tener una hidratación adecuada, ya que en invierno es frecuente el entrenamiento con exceso de ropa, y la sudoración excesiva puede llevar a una deshidratación y descompensación por la labilidad de su sistema circulatorio. Es aconsejable realizar actividades acompañados en grupos de 10 a 15 personas, nunca solo. En caso de hacerlo en forma individual, siempre de estar acompañado de alguien que pueda auxiliarlo.