La pérdida muscular o sarcopenia es una condición progresiva que se caracteriza por la ausencia de masa muscular, lo cual deriva en inhabilidad para movernos con soltura, falta de flexibilidad, disminución del rendimiento físico, falta de fuerza, entre otros.
Después de los 25 años comienza la pérdida muscular. Cada año, como consecuencia de la edad y otros factores como el sedentarismo y la baja ingesta de proteína aumentan el riesgo de la pérdida muscular y el aumento de la grasa corporal.
Algunos de los síntomas de la pérdida muscular incluyen: agotamiento extremo, dificultad para pararse o sentarse, sobrepeso o pérdida de peso injustificados, dolores musculares, sensación de lentitud para caminar distancias cortas, entre otras más graves como caídas frecuentes y fracturas.
La pérdida muscular es un proceso natural del cuerpo, pero con efectos negativos en nuestra salud. Evitarla es fácil, pero requiere de nuestra voluntad. La actividad física con ejercicios de fuerza y cargas (no muy altas y siempre vigiladas por un profesional), una alimentación balanceada alta en proteínas (de origen vegetal o animal), verduras y grasas buenas, un buen sueño y, en caso de necesitarlo, suplementos de algunos minerales como vitamina B12 o magnesio, son indispensables para mantener un índice de masa corporal adecuado. Y prevenir una pérdida muscular exagerada.
Cada persona tiene un ideal de masa corporal diferente que se hace mediante un diagnóstico de un profesional de la salud utilizando la fórmula talla, peso y edad. Con este resultado podemos establecer los ejercicios físicos y la alimentación apropiada para nuestros objetivos.
Es importante seguir las indicaciones de un especialista en medicina deportiva o antienvejecimiento para poder reconocer todos nuestros requerimientos y así evitar la pérdida muscular y las enfermedades que se derivan de esta.