No es raro escuchar, sobre todo en los últimos años, que el ejercicio diario, junto a una buena alimentación, es la mejor medicina. La frase popular que dice “es mejor prevenir que curar” aplica perfectamente cuando de hacer ejercicio se trata. Sin embargo, no sobra aclarar que, para que el ejercicio que hagamos diariamente se considere saludable, debe mantenerse en unos rangos de intensidad y tiempo acordes para la condición física y la edad de cada uno.
La humanidad cada vez es más cómoda y cuenta con más recursos que promueven el sedentarismo: ascensores y escaleras eléctricas, medios de transporte sin esfuerzo, productos y servicios a domicilio que evitan el desplazamiento.
Se ha demostrado que una vida sedentaria es uno de los principales factores de riesgo para el desarrollo de las enfermedades no transmisibles, con mayor tasa de mortalidad en el mundo. La obesidad, por ejemplo, se ha triplicado en los últimos 50 años hasta el punto de ser llamada, por algunos, la pandemia del siglo XXI.
Siguiendo las recomendaciones de actividad física, de la Organización Mundial de la Salud, con 20 minutos continuos de ejercicio diario y en una intensidad moderada, es suficiente para cuidar la salud, mejorar el estado de ánimo y disminuir los factores de riesgo asociados al sedentarismo.
Beneficios del ejercicio diario:
La estructura corporal que la componen huesos, músculos y articulaciones está diseñada para darnos movimiento. Si dejamos de usar nuestro cuerpo de manera activa y diaria, empezamos a sentir los efectos en forma de molestias, calambres, dolores, caídas, lumbagos e inflamaciones.
Los músculos cumplen un rol fundamental en la regulación de azúcar en la sangre, lo que los convierte en un factor protector de enfermedades metabólicas, como la diabetes. Por otro lado, estar sentados por más de 6 horas al día está asociado con una mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares.