BBC Mundo. Hay ideas que perduran, porque tienen el potencial de revelar conceptos asombrosos, mientras que otras no sobreviven al rigor científico.
En el siglo IV a.C., Aristóteles consideraba al cerebro como un órgano secundario que servía como para refrescar la sangre que el corazón usaba para sus funciones mentales. Pero también era un lugar en el que el espíritu circulaba libremente, y en el que estaba el sensus communis (el origen de nuestro término mucho más metafórico, "sentido común").
Siglos de investigación más tarde, el médico romano Galeno (c.130-c.210 d.C.) llegó a la conclusión de que lo mental se producía activamente en el cerebro y no en el corazón, como había sugerido Aristóteles.
El sensus communis, sin embargo, sobrevivió. En el siglo XVI, cuando Leonardo da Vinci estaba dibujando y estudiando el cerebro, uno de sus objetivos era encontrar su ubicación; filósofos como Tomás de Aquino, Locke y Kant lo exploraron; la psicología, lo acogió, y científicos siguieron tanteando el concepto de ese sexto sentido que refina la información de lo que perciben por cinco sentidos hasta nuestros días.
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