Una forma de rendir homenaje a todas las mamás es a través de los testimonios de cariño de hijos e hijas ya adultos, y recuerdos que tienen de ellas cuando eran pequeños.
Es un buen ejercicio recordar a nuestras madres hoy, las tengamos con nosotros o no, desde nuestra visión de adultos, y reconocer todo lo que hicieron por nosotros. A la vez, nos sirve para reflexionar cómo queremos que nuestros hijos nos recuerden cuando sean adultos.
¡Feliz Día de la Madre!
Testimonio 1 (mujer 27 años): "Me enseñó que puedes conseguir todo lo que te propongas"
"Si algo recuerdo de mi infancia es la ilusión con la que mi madre vivió la maternidad. No solo se esforzaba en transmitirme buenos valores, sino en inculcarme un interés por la cultura y el arte desde muy muy pequeña. Casi todos los planes que recuerdo en mi infancia eran con ella: los martes al salir de clase de inglés íbamos a comprar unas galletas para merendar juntas, los miércoles bajábamos al centro pisando solo las baldosas de un color (para que yo estuviese entretenida), los domingo veíamos películas de disney mientras pintábamos libros.
Ahora que soy adulta y veo el trabajo que dan los críos me doy cuenta de que mi madre nunca me dejaba ver la tele más tiempo del debido solo por tener más tiempo para ella. Si ella estaba planchando yo estaba en la misma habitación construyendo un coche para la barbie con cajas de ibuprofenos mientras escuchábamos un cuenta cuentos. Desde muy pequeña me inculcó un sentido de la responsabilidad que me llevó a ser muy disciplinada y aunque en aquel momento me fastidiaba solo tener 30 minutos de dibujos entre semana, hoy agradezco que me lo limitase porque eso hizo que desarrollase un lado creativo que quizás de otro modo se hubiese quedado atrofiado.
Lo que me gustaría transmitir de ella es su fortaleza y capacidad de lucha. Con su propia experiencia de sacar prácticamente sola a dos hijos adelante, me enseñó que puedes conseguir todo lo que te propongas, que puedes que ser lo que tú te propongas ser y no lo que diga tu contexto social".
Testimonio 2 (hombre 28 años): "Siempre la recuerdo riéndose"
"Puede parecer algo muy superficial, pero yo siempre he visto a mi madre muy guapa. De hecho, le escribí un poema con 5 años sobre su belleza. Luego, a medida que iba creciendo, ya empecé a darme cuenta de otras cosas. Por ejemplo, siempre la recuerdo riéndose y hay escenas de películas que únicamente me hacen gracia porque me acuerdo de su ataque de risa viéndola. Por encima de todo eso, lo que más recuerdo de ella es su cariño inagotable.
De todo lo que me ha enseñado mi madre, me gustaría transmitirle a mis hijos la misma sensación de seguridad que yo siempre he tenido en casa.
Testimonio 3 (mujer 46 años): "Se manejaba sola con cinco hijos de edades muy distintas"
"Recuerdo a mi madre cansada y trabajando todo el tiempo, éramos cinco y no paraba la pobre. Era y es guapísima, y tenía el pelo muy largo, y recuerdo que me encantaba su pelo y que lloré mucho cuándo se lo cortó. Se fue a la peluquería y volvió con el pelo media melena y recuerdo no querer hablar con nadie y llorar toda la tarde.
Mi padre era el estricto y ella era la que intervenía para que nos quitara los castigos y nos perdonara. También mi padre era piloto y viajaba mucho y ella se manejaba sola con cinco hijos de edades muy distintas. Soy la mayor y la recuerdo siempre embarazada. También, recuerdo que llegaba el verano y nos subía cada día en el auto y nos llevaba a un club que teníamos para pasar el día en la piscina (los cinco en casa debíamos ser el infierno. Recuerdo que tenía que organizarnos y gritarnos mucho la pobre porque éramos demasiados y nos estábamos peleando siempre. Cocinaba mucho y lo hacía de maravilla, me encantaban sus platos!. También recuerdo que tenía y tiene unas manos tan bonitas...
Es una mujer tranquila, con una vida serena, sin muchos lujos, que es feliz con pequeñas cosas. Ella ni se maquilla, ni es una mujer de peluquería semanal, no es artificial, asume su edad... y aunque se arregla, no le gusta llamar la atención."
Testimonio 4 (mujer 38 años): "Mi madre siempre hacía de cada casa un hogar acogedor, cálido y precioso"
"Mi madre lo dejó todo para dedicarse en cuerpo y alma a la familia. Dejó su trabajo, dejó su ciudad, su familia y sus amigos, y no dudó un instante en acompañar a mi padre que, por trabajo, debía viajar de un lado a otro".
"Pero a pesar de haber vivido en un montón de sitios diferentes a lo largo de toda mi infancia, mi madre siempre hacía de cada casa un hogar acogedor, cálido y precioso, aunque solo fuéramos a vivir en él unos meses".
"La recuerdo muy detallista (lo sigue siendo): pintando cuadros para adornar esa pared vacía, arreglando las cortinas una y otra vez para adaptarla a las nuevas ventanas, bordando manteles... Además, cocinaba de maravilla, y cuando traje por primera vez a una amiguita a comer a casa, al día siguiente toda la clase quería venir también porque mi amiga les había contado lo extraordinaria cocinera que era".
"Otra cosa que recuerdo con mucho cariño son los cumpleaños que me preparaba. Una semana antes se encargaba de hacer guirnaldas de colores para adornarlo todo y se inventaba un montón de juegos divertidos para hacer con los invitados. ¡Mi cumple siempre era el más popular, gracias a ella!"
"De ella he aprendido la importancia de las pequeñas cosas y de cómo se puede ser inmensamente feliz con muy poco, pues lo verdaderamente importante son las personas que te rodean".
Testimonio 5 (mujer 32 años): “Preparó todas mis fiestas de cumpleaños”
Yo tuve la fortuna de tener dos madres, o al menos así es el recuerdo que tengo de mi infancia.
La primera, es mi madre, a quien siempre he visto como una mujer fuerte, decidida e inteligente, que todos los días salía a trabajar y nunca dejó de luchar por sus sueños. Además, siempre guapísima y con una sonrisa preciosa.
Eso sí, nunca faltó a ningún evento escolar, siempre participaba en todas mis actividades y también preparó todas mis fiestas de cumpleaños en casa, incluyendo decoraciones y torta. Era la sensación con mis amigos, quienes siempre se expresaban de ella con mucha emoción.
Ella fue (y sigue siendo) para mí, un referente de lo lejos que podemos llegar como mujeres y mostrándome, al igual que mi padre, que el trabajo, el esfuerzo y la amabilidad, son la mejor forma de crecer y ayudar a otros.
Y la segunda, mi abuela materna. Esa viejecita de cabellos blancos, que en su momento crió sola a sus cuatro hijos, me enseñó a leer, fue la que me hizo enamorarme para siempre de la lectura y me dio grandes lecciones sobre la generosidad. Ella nos cuidaba a mi hermana y a mí cuando mi madre debía volver al trabajo por las tardes, y siempre nos amó con todo el corazón.
La recuerdo mucho con su delantal en la cocina, donde preparaba los platos y postres más deliciosos del mundo. Mis amigos también la querían mucho y siempre la saludaban los días en los que ella iba por nosotras a la escuela, e incluso muchos bromeaban con que también era su abuelita (y ella encantada de tener muchos nietos).
No podría hablar del Día de la Madre sin reconocerlas a ambas, pues las dos me dieron grandes lecciones de vida y de amor incondicional.