Revista del Deporte, El Mercurio / 22 de agosto 2022
Carlos Humberto Caszely no le encuentra la vuelta a la tristeza, tras la muerte de su esposa María de los Ángeles. "Fui inmensamente feliz desde que nací al 22 de febrero" fecha que murió su esposa. Se la llevó un cáncer que una vez ya había vencido, pero que regresó sin preguntar ni perdonar. Cuatro años luchó, hasta que esa madrugada, tomando la mano de Caszely, lo miró y le dijo que quería descansar. Vive el día a día, tomando un expreso y fumando un cigarro. No le da para más. No tiene ganas de nada. No le encuentra la tristeza. La muerte de su esposa y compañera por cinco décadas le parte el alma.
Soltar…dejarla ir
Esa mañana, ya hace seis meses, entendió lo que no quería entender. Fui egoísta. No quería que se fuera. Mis hijos lo procesaron mejor que yo, unos tres meses antes fueron asumiendo lo que venía. Pero él no, dice que no estaba preparado.
Hay veces en que el peso de un elefante lo aplasta, gráfica apretándose el pecho con las dos manos empuñadas. Por primera vez en su vida está medicado. Por primera vez toma pastillas para dormir. Ha bajado seis kilos y no entiende cómo, si se alimenta bien.
Tiempo al tiempo
Ha escuchado a curas, pastores predicadores y religiosos. Visitó a dos psicólogos que lo mandaron al psiquiatra. Fue a dos y no le gustaron. Finalmente llegó donde un tercer psiquiatra que algo de sentido le hizo. Una sesión por semana, de cuarenta y cinco minutos cada vez.
La terapia puede durar meses, unos seis. El criterio de realidad expuesto por el terapeuta de que la angustia y el vacío no se irán tan rápido, empezó hacerle un poco de sentido. “Tiempo al tiempo”. Esta entendiendo que salir adelante depende, fundamentalmente, de él mismo, de su voluntad.
De todo lo que le han dicho en un intento por ayudar, gente que se le acerca, de las pocas cosas que lo han sacudido, y que le han hecho “click”, fue la de un señor de pelo cano, que se me acercó, me abrazó y me dijo “No has pensado si hubiese sido al revés, que te hubieras ido tú el que partió y no ella. ¿Te gustaría verla sufrir como estás sufriendo?.
Caszely vive solo pero no está solo. Sus cuatro hijos lo llaman a diario y lo visitan frecuentemente. Están y él los tiene presente, así como también, a sus ocho nietos.
Volver a reír
Hace un par de semanas viajó a Pucón por siete días con sus compañeros del Liceo Experimental Darío Salas. Fueron 26 compañeros y compañeras que se conocen desde los 9 años. Fue la primera vez en seis meses que pudo reír. Cuenta que estuvo hasta los 15 años con ellos, ya que comenzó a jugar fútbol y terminó la preparatoria en un colegio nocturno.
Nos cuenta, que junto a sus hijos plantaron un árbol, en nombre de su esposa en el parque donde frecuentaban pasear. Un liquidámbar de dos metros. Es un árbol muy especial, dice. En septiembre tiene hojas verdes, en verano amarillo y en otoño hojas rojas. Hoy está sin hojas, dice un emocionado Caszely.
A ese lugar va a pasear solo, café en mano, cigarrillo encendido. Escucha canciones en el celular que le recuerdan a su esposa, lee el diario. Dice que ahí encuentra algo de consuelo, de paz y, quizás, un anuncio del nuevo ciclo que viene, como los brotes verdes que asoman en el árbol, dice con un brillo en su mirada.