Mucho se ha dicho sobre las prácticas poco sustentables con las que la industria de la moda siempre se manejó. Sin dudas, fue uno de los rubros más criticados al caer toda esta conciencia ecológica que está sacudiendo el mundo. Y, sin poder evitarlo, desde las grandes firmas internacionales hasta los pequeños diseñadores locales tuvieron que escuchar lo que el mundo entero empezó a reclamar. Un sistema más sostenible, más transparente, más ético, con precios justos y métodos menos contaminantes, entre otras cosas.
Se trata ni más ni menos que de un nuevo paradigma en el consumo de moda, en el que el usuario tiene un rol activo y esencial. La moda circular promueve un consumo responsable en el que se busca reducir el deshecho y para ello, es indispensable reciclar y reutilizar la ropa. Se puede vender/regalar lo que no se utiliza y comprar usado; dos simples acciones que son claves en este nuevo modelo.
En contraposición al fast fashion instalado, sobre todo con la masificación a escala mundial de gigantes como Zara o H&M, desde hace ya varios años, la moda circular se alinea a las prácticas promulgadas por el Movimiento Slow y su prédica de vivir en un mundo más lento, menos desechable y donde el culto sea a la experiencia y no a los productos.
¿Realmente esto puede ayudar a revertir el impacto ambiental? La respuesta es sí. La industria de la moda es una de las más contaminantes del mundo, por la cantidad de residuos que genera, y al establecerse definitivamente el modelo de moda circular podemos aportar mucho a la causa.
Por todo eso, antes de descartar esa prenda anticuada o deteriorada piensa en todas las posibilidades. Con un poco de ingenio y algunas puntadas podría convertirse en la más querida.