1. Conducta instintiva
En primer lugar, perros y gatos siguen una conducta instintiva diferente. Por un lado, los perros tienden a organizarse como una manada, estableciendo una jerarquía que ellos mismos determinan. Aunque los perros pueden adaptarse a muchos entornos diferentes, siempre necesitan tener cubierta esa necesidad de manada, de compañía y atención. Por el contrario, los gatos son animales que actúan como cazadores solitarios, cuyo único objetivo es defender su propio territorio. Esto hace que los gatos sean mucho más autosuficientes que los canes.
2. Dieta
A la hora de alimentar a tu mascota es interesante que conozcas la dieta que, naturalmente, sigue cada uno. En el caso de los gatos, estos son animales estrictamente carnívoros, pues necesitan consumir carne para poder sobrevivir. Por el contrario, los perros son animales omnívoros. Esto significa que pueden alimentarse tanto de fuentes animales como vegetales.
Si en un entorno natural carecieran de carne disponible, podrían sobrevivir a base de alimentos exclusivamente vegetales. Un punto a favor de los canes es que no necesitan alimentarse con tanta frecuencia como los gatos, pues tienen la capacidad de utilizar su propia grasa corporal para poder producir energía de una forma mucho más eficiente que los gatos.
3. Habilidades motrices
El cuerpo de los gatos está naturalmente diseñado para poder saltar y escalar con extrema facilidad. Recordemos que los gatos son expertos cazadores, pero también presas que deben huir cuando están en peligro. Por ello, son muy ágiles y escurridizos. En casa tu gato seguirá teniendo ese instinto trepador propio de la especie, por lo que debes tener en cuenta que, a no ser que tomes algunas medidas, puede subirse a los muebles, las cortinas, las paredes o los árboles.
No se trata de prohibirle que trepe, pues necesitará hacerlo para quemar la energía que necesita, sino de darle espacios específicos para que lo haga. Por ejemplo, le puedes comprar un rascador para gatos con varias alturas para que pueda canalizar su instinto sin dañar tu casa. Es importante que puedas hacerte con uno con zonas elevadas, ya que a los gatos les gusta dormir en las alturas, pues eso les transmite mayor seguridad. A diferencia de los gatos, los perros son animales mucho más terrenales. No cuentan con la anatomía del gato, por lo que no son habilidosos para trepar o saltar como ellos.
4. Dónde hacer sus necesidades
Este punto es especialmente importante, ya que hay una gran diferencia entre perros y gatos. Los perros deben ser específicamente entrenados para que sean capaces de hacer sus necesidades en el momento del paseo y no dentro de casa. Al principio, cuando hablamos de cachorros, esta tarea será complicada y te llevará esfuerzo, así que debes mentalizarte de que requerirás buenas dosis de paciencia. En el caso de los gatos la cosa es más sencilla, pues será suficiente con que les proporciones una caja con arena. Su propio instinto hará todo lo demás.
5. Domesticación
En este sentido se conoce que perro y gato tienen orígenes bastante diferentes. El perro desciende del lobo, pero es un animal domesticado por los humanos desde hace siglos. En el caso del gato, este desciende del gato salvaje africano y es un animal que ha comenzado a domesticarse de forma mucho más reciente. Esto se traduce en que en casa el gato puede comportarse de una forma algo más salvaje cuando se encuentra estresado, sacando su lado más instintivo si se siente amenazado.
Además, los gatos perciben la casa como su territorio, de forma que el dueño para él es más un igual que un superior en la jerarquía. Por tanto, si el gato tiene una conducta inadecuada y le gritamos o tocamos, puede saltar rápidamente. En cambio, los perros sí aceptan el orden jerárquico en la casa por su instinto de manada. Por ello, se mostrarán más sumisos ante una castigo por haber hecho algo mal.
6. Tolerancia a los cambios
Como ya adelantamos antes, los gatos son animales muy territoriales. Este gran apego hacia el territorio que han marcado como suyo implica que, a diferencia del perro, cualquier cambio puede suponer un efecto importante en su bienestar. En definitiva, los gatos son animales conservadores, de forma que cualquier cambio en el mobiliario, la llegada de nuevas personas o una mudanza pueden ser muy impactantes para ellos.